A pocos días para la disputa de la final de la Liga de Campeones desde Alemania habrá un espectador especial. Xabi Alonso, que se perdió por lesión la cita de Lisboa en 2014, analizó para Líbero lo que supuso aquel drama con un final feliz para él y el madridismo.
Texto Javier Aznar | Fotografías Adidas
Xabi ha tenido suerte con las lesiones. O eso podría pensar uno a priori. Pero no es exactamente así. Lo pasó muy mal con la pubalgia de 2013. “Se me llegó a pasar por la cabeza hasta la posibilidad de retirarme. Es un proceso tan doloroso y veía tan poca mejora, que en algún momento no me pareció tan descabellado dejarlo. Uno se plantea estas cosas cuando ve que no mejora.
Porque para estar mal, mejor parar. Y yo veía que no mejoraba. Es una lesión muy frustrante. Muy complicada y dolorosa. Ha acabado con las carreras de muchos futbolistas. Me dolía hasta levantarme de la cama o al toser. Por eso dejé en aquel momento la renovación del Real Madrid en stand by. No sabía muy bien cómo iba a estar. Fue una recuperación frustrante. Y justo cuando empezaba a encontrarme mejor, me rompí el metatarsiano. Fueron momentos duros. Pero volví mejor de lo que esperaba, jugamos muy bien y al final terminamos ganando la Décima”.
La Décima. Si todos los caminos llevan a Roma, también parece inevitable que todas las conversaciones con Xabi Alonso acaben en Lisboa. “Cada día entrenando en Valdebebas pasaba por delante de fotos, fotos y más fotos de jugadores levantando Copas de Europa. El Real Madrid es la Champions. Y te das cuenta desde el primer momento. Si quieres formar parte de la historia del club, si quieres que se te recuerde, tienes que ganar una Champions. Nunca me habría perdonado no ganar la Décima”.
Le pregunto cómo vivió aquella tarjeta amarilla en el Allianz a un minuto del descanso que le privó de disputar la final. “Mi final fue en Múnich. En el momento estaba muy hundido, hasta Basti [Schweinsteiger] vino a consolarme al acabar del bajón que tenía, y eso que los eliminados eran ellos, pero me repuse rápidamente al ver lo que significaba volver a una final europea con el Real Madrid tras tanto tiempo buscándola. Puede que forzara demasiado, pero simplemente no podíamos dejar que aquel partido se nos escapara. No me arrepiento. Hay partidos que son clave para poder ganar un torneo: aquel partido con la selección con Italia en la Eurocopa, o contra Chile en el Mundial Sudáfrica. Partidos que no son La Final, pero que te hacen llegar a la misma más fuerte.
Recuerdo que al día siguiente de pasar nos dieron el día libre y fui a comer a un japonés con Nagore para celebrarlo. Estaba flojo, como en una nube. Aquello fue una bajada de tensión como pocas he tenido en la vida. Luego se unieron otros dos amigos y nos quedamos ahí charlando hasta que literalmente nos echaron porque era el turno de las cenas. Tengo un recuerdo especial de aquellos días. No los tengo en absoluto asociados a cierta tristeza o amargura por quedarme sin final. Todo lo contrario.
*Entrevista completa recogida en el número CATORCE de Revista Líbero.
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