mardi 29 mars 2016

La memoria futbolística en la casa González

Antes de escuchar el disco le preguntamos al periodista musical de Radio 3 Santiago Alcanda, reconocido ‘quiqólogo’, por su opinión. Su diagnóstico: “¡Lo ha vuelto a hacer!”. Quique González dedica el disco a su padre, muy presente en todos sus recuerdos, como aquel día que vieron juntos rematar a Santillana.

*DIEGO BARCALA.- El primer partido de fútbol que le viene a la cabeza a Quique González (Madrid, 1972) es el homenaje a Pirri. Podría recordarlo por las “carreritas el negrito Cunningham” como decía la crónica de ABC de aquel partido. Por el inusual enfrentamiento entre el Real Madrid y la Selección española o por la última ocasión que defendió la portería la pareja Pirri-Benito. Pero no.

Quique recuerda ese partido de 1981 porque fue con su padre, al que dedica su último disco ‘Me mata si me necesitas’. Memoria, nostalgia, honor, códigos y emoción. Y fútbol. Porque este deporte es la máquina del tiempo perfecta. La que consigue llevarnos a la infancia de manera inmediata. Como también lo consigue la música. O los olores. ‘Papa, la casa huele a Mama’, dice el estribillo de la última canción del nuevo álbum. La décima del décimo disco de su carrera. El 10, tan mítico en el césped. El que un inocente niño del Parque de Berlín aspiraba a llevar negro sobre la camiseta blanca. “Tenía tanta ilusión que cuando llegué con mi padre a casa desde la Ciudad Deportiva le dije que abriera el buzón a ver si haba llegado ya la carta del Real Madrid”, recuerda del día que hizo las pruebas para entrar en La cantera madridista.

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El padre llevó al hijo estadio y el hijo le llevó a la valla de La Riviera, su pequeño Bernabéu, a escuchar sus can­ciones. ‘Dormir con las botas puestas/ Soñar entre canciones de cuna/ Bienve­nido al club,/ nadie te apura/ En la ba­sura de las horas muertas’, dice ‘La casa de mis padres’. “Pensaba en las botas de rock, pero podrían ser perfectamente de fútbol por la ilusión de jugar el partido del fin de semana”, explica el cantante desde un andén, esperando la próxima estación de la gira de promoción.

Quique perdió a su padre el año pasado. Hacía tiempo que la memoria le había empezado a fallar. El alzhei­mer mermó sus recuerdos pero no sus emociones. Quique lo sabía y uno de sus últimos momentos con su padre los vivió con el fútbol de fondo. “Fue el último día que compartí con él.

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